Un país sin rumbo
Si estuviésemos en los años de mil quinientos, en un galeón español o portugués, este podría ser un escenario normal, pero en el siglo veintiuno, con todos los avances tecnológicos, perder el rumbo al navegar es cosa del pasado, o de alguna situación más que extraordinaria
Nada en el horizonte!, grita el vigía del barco al ser interpelado por el capitán de la nave, respuesta que no sería grave o preocupante si supiésemos a dónde nos dirigimos, pero nos encontramos con un barco sin rumbo en alta mar, y peor aún, sin capitán. La incertidumbre agobia, los marineros no encuentran qué hacer, no hay quién oriente, el desespero y la angustia es lo que reina, algunos toman los remos para tratar de avanzar, pero cada quien rema con diferente destino, por si esto fuese poco, se le suma que las provisiones escasean, y quienes las distribuyen no lo hacen de la mejor manera, se sigue despilfarrando lo poco que hay, todo parece conspirar para que el barco no llegue a su destino. Al desorden imperan…
Nada en el horizonte!, grita el vigía del barco al ser interpelado por el capitán de la nave, respuesta que no sería grave o preocupante si supiésemos a dónde nos dirigimos, pero nos encontramos con un barco sin rumbo en alta mar, y peor aún, sin capitán. La incertidumbre agobia, los marineros no encuentran qué hacer, no hay quién oriente, el desespero y la angustia es lo que reina, algunos toman los remos para tratar de avanzar, pero cada quien rema con diferente destino, por si esto fuese poco, se le suma que las provisiones escasean, y quienes las distribuyen no lo hacen de la mejor manera, se sigue despilfarrando lo poco que hay, todo parece conspirar para que el barco no llegue a su destino. Al desorden imperan…