Karl Marx caracterizΓ³ la religiΓ³n como βel opio de los pueblosβ. Pero una mejor descripciΓ³n del efecto alucinΓ³geno es el rechazo de los intelectualoides a reconocer los crΓmenes y fracasos del socialismo.
Los hechos son incuestionables. El Libro Negro del Comunismo ofrece un estimado conservador de cien millones de personas inocentes asesinadas por los socialistas marxistas en el siglo XX. Los autores investigaron la China del βGran Timonelβ, Corea de Kim Il Sung, Vietnam bajo βTΓo Hoβ, Cuba con Castro, EtiopΓa con Mengistu, Angola bajo Neto y AfganistΓ‘n con Najibullah. TambiΓ©n documentan crΓmenes contra la cultura nacional y universal, desde la destrucciΓ³n por Stalin de cientos de iglesias en MoscΓΊ o Ceasescu demoliendo el corazΓ³n histΓ³rico de Bucarest, hasta la devastaciΓ³n en gran escala de la cultura china por los Guardias Rojos de Mao.

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El socialismo es un sistema social y econΓ³mico caracterizado por el control por parte de la sociedad, organizada con todos sus integrantes, tanto de los medios de producciΓ³n como de las diferentes fuerzas de trabajo aplicadas en los mismos.1 2 La RAE define el tΓ©rmino socialismo asΓ: Sistema de organizaciΓ³n social y econΓ³mica basado en la propiedad y administraciΓ³n colectiva o estatal de los medios de producciΓ³n y distribuciΓ³n de los bienes.3 El socialismo implica, por tanto, una planificaciΓ³n y una organizaciΓ³n colectiva consciente de la vida social y econΓ³mica.4 Subsisten sin embargo criterios encontrados respecto a la necesidad de la centralizaciΓ³n de la administraciΓ³n econΓ³mica mediante el Estado como ΓΊnica instancia colectiva en el marco de una sociedad compleja,5 6 frente a la posibilidad de formas diferentes de gestiΓ³n descentralizada de la colectividad socialista, tanto por vΓas autogestionarias como de mercado, asΓ como mediante el empleo de pequeΓ±as unidades econΓ³micas socialistas aisladas y autosuficientes.7 8 Existen tambiΓ©n discrepancias sobre la forma de organizaciΓ³n polΓtica bajo el socialismo para lograr o asegurar el acceso democrΓ‘tico a la sociedad socialista a clases sociales o poblaciones,9 frente a la posibilidad de una situaciΓ³n autocrΓ‘tica por parte de las burocracias administrativas.10
Las formas histΓ³ricas de organizaciΓ³n social de tipo socialista pueden dividirse entre determinadas evoluciones espontΓ‘neas de ciertas civilizaciones de carΓ‘cter religioso y las construcciones polΓticas establecidas por proyectos ideolΓ³gicos deliberados. De Γ©stas se destacan, respectivamente, el Imperio inca11 y la UniΓ³n SoviΓ©tica.

Todo para implementar teorΓas econΓ³micas de planificaciΓ³n centralizada que han demostrado ser muy inferiores a las capacidades de generaciΓ³n de riquezas de las economΓas de libre mercado y que llevan, segΓΊn el tΓtulo del libro de F. A. Hayek, al inevitable Camino de Servidumbre.
AdemΓ‘s, a pesar de los horrorosos crΓmenes de la historia comunista, los intelectualoides continΓΊan defendiendo en cΓrculos sociales y acadΓ©micos el socialismo marxista como la forma mΓ‘s moral de gobierno, y condenan al capitalismo como nefasto. Y no es que las atrocidades de la prΓ‘ctica comunista fueran la excepciΓ³n de la regla o el resultado de alguna implementaciΓ³n errΓ³nea de la teorΓa socialista. Las monstruosidades son fundamentales en la moral marxista.
Como seΓ±ala Andrew Bernstein en su artΓculo El Holocausto Socialista y los que lo Niegan, la teorΓa marxista es una de lucha de clases, donde los grupos econΓ³micos son considerados unidades de valoraciΓ³n moral. βNo tenemos compasiΓ³nβ, dijo Marx. βCuando nuestro momento llegue, no nos excusaremos por el terrorβ.
Mientras la teorΓa capitalista rechaza el uso de la fuerza y sostiene que las personas tienen derechos inalienables que el gobierno debe proteger, el socialismo mantiene que el uso gubernamental de la fuerza compulsiva se justifica para redistribuir la riqueza y fomentar justicia social.
Para los marxistas el imperativo moral es que la clase obrera se rebele contra los propietarios, independientemente de la brutalidad de los mΓ©todos. Desde la perspectiva materialista marxista las personas no poseen derechos y su ΓΊnico valor es como instrumentos de la causa. Este fue el tipo de moral comunista utilizado por el Jemeres Rojos en Camboya para asesinar a mΓ‘s de dos millones de civiles, y por los soviΓ©ticos para asesinar a mΓ‘s de veinte millones. En palabras de Lenin: βCuando nos reprochan por crueldad, nos preocupa cΓ³mo el pueblo puede olvidar el marxismo mΓ‘s elementalβ.
No es solamente, como destaca el profesor Bernstein, que los socialistas marxistas sean los mΓ‘s prodigiosos asesinos masivos de la historia: βson asesinos en masa en base a sus principios moralesβ.
Cuando los intelectualoides son confrontados con estas experiencias ofrecen, con tendencia incurable, un atormentado esfuerzo de apologΓa donde la culpa no reside en el socialismo sino en quienes se le oponen. Consideran virtuoso el principio comunista de que las personas no tienen derecho sobre sus propias vidas, y que deben vivir al servicio del Estado; y proclaman como maligno el principio capitalista de que las personas tienen derechos inalienables que el Estado debe proteger.
Los intelectualoides omiten las atrocidades comunistas o buscan justificarlas con un fΓ‘rrago de desinformaciΓ³n. Una de sus tΓ‘cticas favoritas es desviar la atenciΓ³n hacia episodios de la historia americana donde no conseguimos vivir de acuerdo con nuestros valores y nos involucramos en la esclavitud, prΓ‘cticas discriminatorias, y otras injusticias. Pero existe una diferencia fundamental: los horripilantes crΓmenes del comunismo son fundamentales en la moral marxista y, de hecho, exigidos por ella. βDado su imperativo explΓcito de aniquilar las clases enemigas, los socialistas perpetran atrocidades y asesinatos como forma inalterable de promulgar sus principios fundamentalesβ.
En contraste, los crΓmenes morales del capitalismo americano ocurren cuando violamos nuestros principios del derecho de cada persona a la vida, la libertad y la bΓΊsqueda de la felicidad.
El comunismo no puede evitar su brutalidad sin repudiar el marxismo y la lucha de clases. El capitalismo puede corregir sus injusticias no cambiando sus principios, sino guiΓ‘ndose por ellos consistentemente.

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