En 2021 se hizo inestable el relacionamiento del rΓ©gimen con ciertos grupos delictivos. Los ΓΊltimos eventos indican que, cuando los lΓderes de las megabandas sobrepasan ciertos lΓmites, padecerΓ‘n las consecuencias
Desde el fin de semana, la vΓa hacia oriente es un trayecto un poco menos inseguro.
En una operaciΓ³n nocturna, agentes de la Brigada de Acciones Especiales de la policΓa judicial se infiltraron en el caserΓo Las Delicias de San JosΓ© de Barlovento, y mataron a Esteban Eduardo Quintana, lΓder de la megabanda que se habΓa adueΓ±ado de todo ese sector cuando el propio Gobierno implantΓ³ allΓ una βzona de pazβ, en 2013.
Junto con Quintana, tambiΓ©n conocido como Eduardo Delicias, fue ultimado uno de sus lugartenientes Johan Iriza. La versiΓ³n aportada por el director de Cicpc, comisario Douglas Rico, indica que ambos fueron βneutralizadosβ cuando iban en una moto, tratando de abrirse paso a tiros para escapar de lo que hasta ese momento fue su centro de operaciones.
Las Delicias era un pueblito por el que nadie querΓa pasar. En RΓo Chico, los policΓas y guardias nacionales recomendaban a los conductores que no se aventuraran por esa carretera, que tambiΓ©n llevaba a Cumbo y desembocaba en la Troncal 9. Incluso, luego de las 4 p. m. era difΓcil encontrar un transporte colectivo que recorriera ese tramo. MΓ‘s seguro era tomar la vΓa hacia El Guapo.
La banda de Las Delicias operΓ³ con relativa impunidad durante ocho aΓ±os. A los que se oponΓan a su reinado los descuartizaban. Las partes de los cadΓ‘veres eran quemadas y abandonadas en las vΓas de entrada a ese caserΓo, y tambiΓ©n en Cumbo. En mayo, dos activistas sociales que participaban en la distribuciΓ³n del Clap, Glendy Castillo y Yanir Burguillos, fueron desmembradas. Dispersaron sus restos por toda la zona.
A pesar de la conmociΓ³n que suscitΓ³ este crimen, el grupo de Quintana continuΓ³ operando con impunidad. Hasta que, el 5 de octubre, mataron al jefe de la delegaciΓ³n municipal de Cicpc Caucagua, comisario Eduardo HenrΓquez, y al jefe de investigaciones de la misma dependencia, inspector jefe Joel Amador (ambos ascendidos postmortem a los grados superiores).
En las informaciones que divulgΓ³ por su cuenta Instagram sobre este procedimiento, Rico no recordΓ³ la matanza de las mujeres. Solo lo ocurrido en octubre con los funcionarios.
βCuando un grupo atenta contra miembros de cierta importancia en el Gobierno, los van a buscar. Pero, cuando es contra la ciudadanΓa comΓΊn, tendrΓ‘n mΓ‘s libertadβ, indicΓ³ el criminΓ³logo Luis Izquiel.
Por ejemplo, en octubre de 2017 dos agentes de la policΓa judicial fueron heridos por gariteros de TocorΓ³n, un internado judicial que domina el Tren de Aragua. Los antisociales salieron de la cΓ‘rcel y quemaron la patrulla que fue abandonada por los funcionarios en la vΓa que pasa frente al penal. No les importΓ³ que la entonces ministra de Servicio Penitenciario MarΓa Iris Varela habΓa amenazado con instaurar su βrΓ©gimenβ en esa instalaciΓ³n. Al final, se salieron con la suya.
βLas cΓ‘rceles en las que los pranes trabajan con las autoridades no las tocan. Pero cuando se rebelan la descuadran, la vacΓan y luego la retomanβ, sentenciΓ³ Humberto Prado, un experto en temas penitenciarios que actualmente se desempeΓ±a como comisionado de Juan GuaidΓ³ para asuntos de derechos humanos.
SegΓΊn este abogado, ademΓ‘s de TocorΓ³n hay otros tres penales que se han mantenido al margen del llamado βnuevo rΓ©gimen penitenciarioβ: Tocuyito (Carabobo), Vista Hermosa (BolΓvar) y Puente Ayala (AnzoΓ‘tegui). Entre todos aglutinan a casi 16 000 presos. Sostuvo que desde allΓ irradia todo tipo de actividad criminal.
Prado indicΓ³ que, en foros internacionales, los representantes del rΓ©gimen han tratado de justificar la inacciΓ³n frente a las situaciones que se generan en esas instalaciones.
βDicen que es un desafΓo recobrar la autoridad en esas cΓ‘rceles. Un desafΓo que, por cierto, viene desde la gestiΓ³n de Tareck el Aissami en el ministerio de Relaciones Interioresβ, dijo.
Pactos rotos
En 2021, los cuerpos de seguridad desplegaron importantes operaciones contra megabandas que, hasta ese momento, parecΓan intocables. En julio, pusieron en desbandada al grupo liderado por Carlos Luis Revette.
Coki escapΓ³, presumiblemente a Colombia, junto con sus principales lugartenientes, Garbis Ochoa y Carlos Alfredo CalderΓ³n. Esta acciΓ³n estuvo precedida de numerosos enfrentamientos, con agentes policiales y con miembros de bandas rivales, que ocasionaron la muerte de por lo menos siete transeΓΊntes o conductores, e impactaron negativamente la vida de los habitantes de cinco parroquias de la capital.
El 9 de noviembre, grupos Γ©lite de Cicpc y la PNB se desplazaron a San Juan de las Galdonas, una remota poblaciΓ³n del estado Sucre. Al finalizar esa jornada, once cadΓ‘veres eran trasladados a la morgue de CarΓΊpano. Aunque no estΓ‘n plenamente identificados en las minutas, serΓan integrantes de una cΓ©lula del llamado Tren del Llano, comandada hasta ese momento por Gilberto Malony HernΓ‘ndez, uno de los ultimados.
Estas acciones no responden a un cambio general de estrategia en materia de seguridad ciudadana. SegΓΊn Izquiel, en el caso de Revette, la creciente y prolongada conflictividad generada por las disputas en zonas como La Vega y El Valle hizo que el lΓder de la banda de la Cota 905 perdiera el apoyo del que gozaba en sectores del alto gobierno. Esa imagen de caos en el centro del Poder Ejecutivo no convenΓa.
Lo de Malony, en cambio, es mΓ‘s confuso, puesto que nada parecΓa justificar una acciΓ³n tan avasallante en contra de una organizaciΓ³n que ni siquiera figuraba entre las mΓ‘s peligrosas del estado Sucre. Malony, como se recordarΓ‘, desarrollΓ³ la mayor parte de su carrera criminal en el estado GuΓ‘rico, a la sombra de JosΓ© Tovar Colina, el Picure, y tenΓa poco tiempo en las costas orientales. SegΓΊn el autor de RevoluciΓ³n de la muerte, en este caso el grupo tuvo que afectar intereses de personas muy importantes, al intentar controlar un punto de salida de drogas hacia el Caribe.
Al sacar del juego a Malony, los cuerpos policiales dejaron el terreno abierto para que esas playas sean retomadas por la banda de ZacarΓas, o incluso el propio Tren de Aragua. Esta es, por cierto, una dinΓ‘mica muy parecida a la que se ve en MΓ©xico.
Breves
β El 5 de diciembre, efectivos del Comando AntiextorsiΓ³n y Secuestros de la Guardia Nacional apresaron en Barcelona (AnzoΓ‘tegui) a Merys Salazar, de 24 aΓ±os de edad, seΓ±alada de ser la persona que prestaba su cuenta bancaria para recibir los pagos de extorsiones efectuadas por una banda que opera en oriente del paΓs. De acuerdo con el parte correspondiente, las experticias de telefonΓa indicaron que ella supuestamente mantenΓa contacto con reos del internado judicial de Monagas, mejor conocido como La Pica. Desde allΓ emanaban las llamadas mediante las cuales amenazaban a profesionales independientes y comerciantes en el oriente venezolano.
Sin embargo, hay lugares en los que las autoridades no aplican estos mecanismos. La cΓ‘rcel de MaturΓn es uno de ellos. Pero no es el ΓΊnico. Este aΓ±o los militares han instruido casos similares al relatado aquΓ, en los que los mensajes amenazantes surgieron de Puente Ayala (Barcelona) y Uribana (Lara). Desde esta ΓΊltima, intentaron generar miedo entre empresarios diciendo que la llamada era hecha por un comandante del EjΓ©rcito de LiberaciΓ³n Nacional (ELN). Ante tales situaciones, los investigadores se encuentran prΓ‘cticamente atados de manos. En un caso conocido este aΓ±o solicitaron al Ministerio PΓΊblico que ordenara la anulaciΓ³n de la lΓnea usada para extorsionar. Pero este es un paΓ±o tibio. El delito regresa con apenas un cambio de chip.
β Los permanentes seΓ±alamientos sobre presuntas atrocidades cometidas por agentes de la DirecciΓ³n de Contrainteligencia Militar (Dgcim), adentro o afuera de las instalaciones de este despacho, han ocasionado que un sector del oficialismo plantee una regulaciΓ³n mΓ‘s rigurosa a las competencias de ese cuerpo. De la noche a la maΓ±ana, la temible Dgcim es vista como un lastre, un fardo al que convendrΓa aplicarle un maquillaje, por lo menos en la actual coyuntura. Esto, desde luego, tiene que ver con el expediente conocido como Venezuela 1, que el 3 de noviembre pasΓ³ a ser conocido formalmente por la Corte Penal Internacional.
Desde antes de esa fecha, los diputados de la Asamblea Nacional que surgieron de los comicios de diciembre de 2020 evalΓΊan opciones para poner una βcamisa de fuerzaβ a las actividades que desarrollan desde el cuerpo con sede en BoleΓta, e igualmente a las que llevan a cabo los agentes del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin). La idea es que ellos solo participen en la recopilaciΓ³n y el procesamiento de informaciones, para la toma de decisiones en instancias del Gobierno. Es decir, inteligencia, pura y simple. Nada de andar pateando puertas y obteniendo βconfesionesβ a golpes y baldazos. Pero en la Dgcim esta idea parece que no ha gustado. Y ahora tratan de elevar un poco el perfil, recordando que ellos son como son en buena medida por mandato del extinto Hugo ChΓ‘vez. Recordemos que el mandatario en su momento comprΓ³ como buenas las ideas que le vendiΓ³ el entonces zar de la inteligencia venezolano, mayor general Hugo Carvajal, envueltas en un celofΓ‘n que decΓa Plan Libertad, y que ponΓa Γ©nfasis en la necesidad de detectar y neutralizar las amenazas de origen interno. De allΓ que la Dgcim montara una valla en plena base aΓ©rea La Carlota, con una foto en la que el teniente coronel pareciera exigir βlealtadβ.

TambiΓ©n han enviado videos de corte propagandΓstico para destacar sus ejecutorias en las averiguaciones sobre el caso de los drones que estallaron en la avenida BolΓvar, en agosto de 2018, y que llamaron βmagnicidio frustradoβ. ΒΏA quiΓ©n van dirigidos estos mensajes? En este caso, a lo interno del oficialismo.
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